Voy a realizar una afirmación
que no me va a atraer muchas simpatías: La medicina ha sido, es y será el
instrumento más poderoso usado por Satanás para alejar al hombre de Dios. Si usted cree que esta es una visión fanática
y equivocada de la realidad, le sugiero que lea este artículo hasta el final.
El cristianismo tiene su
origen hace 2000 años cuando el hijo de Dios padre, es decir Jehová o Yahweh,
vino a nosotros como hijo del hombre encarnado en Jesús de Nazaret.
Todo cristiano cree y
proclama que Jesús es el hijo de Dios padre. El mismo Jesús dijo: ”Yo soy el
camino, la verdad y la vida, y nadie va al padre sino es por mí”, Nos asegura
que el que en él cree tendrá vida eterna, y que por su interior correrán ríos
de agua viva, dice que aunque este muerto vivirá, que no morirá
eternamente, y no permanecerá en
tinieblas.
Jesús después de ser muerto y
habiendo resucitado y antes de partir al cielo a sentarse al lado de su padre,
dejo su último mandato: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere,
será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán.”
Estos son algunos de los
dogmas del cristianismo, o sea verdades reveladas por Dios y para nosotros
ciertas e indudables. Esto supone de nuestra
parte, una adhesión incondicional que nos lleva a comportarnos de manera
“irracional”, estamos convencidos de que poseemos la única e indiscutible
verdad, por lo que desestimamos cualquier opinión de los demás en materia de
fe. Por ello si alguno dijese
públicamente, con total convencimiento que se dedica, en el nombre de Jesús a
expulsar demonios, o sanar enfermos, será considerado como un lunático, más si
a esto lo asegurase ante una junta médica o públicamente como testimonio en un
proceso judicial será calificado como un personaje esquizofrénico que padece
una percepción alterada de la realidad, y como tal, debe ser aislado de la
sociedad, y privado de sus derechos como persona. ¿Por qué esto? Porque le
dimos el poder a la medicina para dictaminar lo que es bueno y es malo para las
personas, desde como debemos curarnos ¡y hasta como debemos pensar y actuar!
Ella es la que dice que
nuestras creencias son locura, ella dice que nosotros no podemos curar
enfermedades, que no podemos ejercer la sanidad, ya que es ella quien ostenta
ese poder.
Nada de esto es nuevo, la
medicina es nuestro ancestral enemigo, su símbolo: la serpiente, es la que
sedujo a Eva. Sus dioses nuestros
antiguos adversarios. ¿Le queda alguna duda? Tal vez esto la disipe:
EL PACTO
El pacto del Sinaí, era un
ESCUDO INEXPUGNABLE contra toda enfermedad, era un pacto de amor de Dios sobre
sus hijos, nada ni nadie podía tocarlos... la única condición era no
quebrantarlo.
Sin embargo, hubo quienes
rompieron el pacto; el Rey Asa prefirió el conocimiento médico humano sobre el
pacto de Dios y esa decisión lo condujo a la muerte. También el rey Salomón,
fue incitado por sus esposas impías, a permitir en tierras de Israel el ejercicio
de los médicos sacerdotes del dios egipcio Imhotep, quienes abrieron nuevamente el camino a la enfermedad. Luego
los reyes no hicieron lo recto ante los
ojos de Jehová, y con el transcurso de
los años el pueblo se pervirtió, en la costumbre de otros pueblos.
Así fue que según lo
anunciado por los profetas, el castigo de Jehová no tardó en llegar. El templo
fue destruido y ellos, débiles, temerosos y enfermos, fueron llevados al
exilio.
Al mismo tiempo que esto
sucedía (500 años a.C.) en Asia Menor, hoy Turquía, los griegos construían el
Asclepion, el templo dedicado a Esculapio el dios de la medicina griega, que en
los siglos siguientes se convertiría en el centro de la atención médica del
mundo antiguo. El templo hospital de Asclepion haría palidecer a cualquiera de
nuestros actuales centros de salud, sus inmaculados médicos sacerdotes y
centenares de pacientes diarios, hacían de este uno de los lugares más famosos
y satánicos del mundo.
Al nacer Jesús, la provincia
romana de Judea era insignificante, unos pocos habitantes y un sistema
religioso hipócrita, la habían destinado a desaparecer, solo algunos albergaban
la esperanza de la promesa de la llegada del mesías.
Cuando Jesús es bautizado en
agua y en espíritu, comienza su ministerio, restableciendo aquel pacto antiguo,
perdonando pecados y “desenfermando” a
su pueblo. Las personas llegaban por miles para ser sanadas y este poder fue
traspasado a sus discípulos (y aún a nosotros), Jesús comenzó a enviarlos por
todo el territorio y así comenzó a expandirse el evangelio, las buenas nuevas
de que él pacto era restablecido para cualquiera que creyera en Él. Ser sanado
era la señal de que el pacto entraba en el pueblo por medio del mesías, el
miedo a los diagnósticos médicos comenzaba a desaparecer, quienes en manos de
médicos habían sufrido durante años eran desenfermados por Jesús.
Nadie imaginaba el desenlace
que se aproximaba. Su muerte fue el cumplimiento perfecto de la profecía, y su
resurrección nuestra vida eterna.
Y ahora veremos porque desde
el principio la medicina está enfrentada con nosotros, Juan el evangelista,
tuvo una visión increíble, dejándonos el mensaje más claro para nuestros
tiempos: El Apocalipsis, donde nos revela todas las cosas y aquí veremos como
Jesús mismo nos habla:
“2:12 Y escribe al ángel de
la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero
retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi
testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 2:14 Pero tengo
unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de
Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer
de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 2:15 Y también
tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.
2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra
ellos con la espada de mi boca. 2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le
daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual
ninguno conoce sino aquel que lo recibe”
Pérgamo es la ciudad de Asia
Menor, precisamente donde vimos que se levantaba el templo de Asclepion,
Jesucristo mismo es el que está revelando esto a Juan, este Templo, prototipo
de los hospitales de hoy, lo llama trono de satanás.
Antipas era el obispo de la
iglesia en Pérgamo, y fue uno de los discípulos de Jesús. Fue martirizado en
una forma brutal, cocinado vivo en una olla de bronce por un tumulto dirigido
por los médicos sacerdotes del dios Esculapio, durante el reinado de Domiciano.
¿Porque le martirizaron?
Simplemente porque eran sus y nuestros enemigos, Antipas sanaba por el poder
del Espíritu Santo y expulsaba demonios en el nombre de Jesús y esto era una
amenaza para los médicos sacerdotes de Esculapio, quienes veían como la
multitud enferma cambiaba de rumbo, hacia la primitiva iglesia cristiana.
Este hecho, el martirio y
muerte de Antipas el testigo fiel, fue permitido y esta remarcado como un
mensaje para que nosotros, en nuestros días podamos ver claramente quien es
nuestro enemigo.
Los dioses de la medicina
"Esculapio" tenía
una hija llamada Higeía (salud), patrona de los farmacólogos. De su nombre se
deriva la palabra "higiene", su hermana "Panakeia" es la
diosa de los medicamentos y de la hechicería. De esta última proviene la
palabra panacea, el elixir que todo lo cura. "Esculapio" trataba con
la sanidad y ella con la prevención de enfermedades. Su imagen siempre está
acompañada de una serpiente enroscada en su brazo bebiendo de un tazón.
Este símbolo está por doquier
en hospitales y farmacias junto con el de "Esculapio".
Ahora veamos la influencia de
todos estos dioses y sus conjuros con la medicina de hoy.
La palabra griega
"Pharmakeia", es traducida como hechicería y magia. De su raíz
"Pharmakon" que quiere decir: veneno, drogas, medicamento; provienen
las palabras, farmacia, fármacos, droga, drogadicción, fármaco-dependencia;
mientras que la palabra "pharmakos" se traduce como hechicero o
brujo.
Los símbolos:
El Caduceo, es más conocido
como atributo mágico de Hermes, mensajero de los dioses del Olimpo que como el
emblema de Esculapio, dios de la Medicina. Hermes con el caduceo, bastón alado
con dos serpientes enroscadas, adormecía y despertaba a los mortales, atraía a
ellos las almas de los fallecidos o las conducía a la morada de los muertos o
al infierno, sujetaba los vientos y disipaba las nubes, convertía en oro lo que
tocaba, transformaba las tinieblas en luz. Era una vara de poder, siendo para
el hombre fuente de seguridad, paz, concordia, beneficio y fortuna, símbolo
antiguo del comercio, protector de mercaderes y ladrones.
El bastón de Esculapio, hijo
de Apolo, lleva una sola serpiente y no
tiene alas, es un símbolo griego antiguo asociado con la astrología y la
medicina. Aunque ambos símbolos nacen del antiguo culto a la serpiente. La
farmacéutica de hoy sigue regida por el espíritu que le dio origen:
"Pharmakeia", un espíritu de las tinieblas cuyo propósito es
esclavizar, y lentamente matar a la gente. En su forma al desnudo se manifiesta
como brujería y en su forma sofisticada y disfrazada, lo hace a través de
drogas y fármacos, levantando sus símbolos y emblemas, sus serpientes, caduceos
y morteros en hospitales, farmacias, laboratorios y consultorios médicos, y
esto con la total aprobación de la “Ciencia”.
No podemos después de leer
este artículo aceptar frases como “los médicos han sido puestos por Jesús” o
“Dios da entendimiento a los médicos” o “la ciencia ha sido permitida por Dios
para curarnos” todos estos argumentos son una mentira satánica, que no poseen
ningún respaldo bíblico.
No voy a transcribir los
evangelios, ni pondré alguno de los miles de testimonios que conozco, no es el
propósito de esto, pero le aseguro que la medicina solo quiere infundir miedo a
través de sus diagnósticos, palabra que quiere decir conocimiento. Es nuestro
deber oponernos y como testigos fieles declarar nuestra fe, expulsando los
demonios de la medicina en el nombre de Jesús y sanando los enfermos en nuestro
camino.
Los cristianos tenemos un
Dios sanador que perdona nuestros pecados y nos da la vida eterna. Él es el pan
de vida, el agua de vida, es el árbol de cuyo fruto nos podemos alimentar para
sanarnos y vivir. Pero Satanás cuestiona este poder y nos hace pensar que sus
creaciones: la medicina, la farmacopea y la súper tecnología, son las que en
verdad saben lo que le pasa a nuestro organismo y pueden curarlo.
Este ataque a nuestro Dios
por parte del sistema, es aceptado como una cosa cierta por la mayoría casi
absoluta de nosotros. El miedo a morir puesto a trabajar por la ciencia médica,
ha destruido nuestras defensas espirituales al punto tal de creer y aceptar sus
diagnósticos y rogarles una panacea que acabe con nuestra enfermedad. Ellos nos
estudian, Nos cortan, entran en nuestro cuerpo, (cosa que nuestro Dios
prohíbe), nos ponen los órganos de un cadáver, hasta nuestro corazón es
cambiado por el de un muerto. Nos hemos canibalizado científicamente, tomamos
en nuestro cuerpo la sangre de otros hombres, y nada de eso nos interesa. Los
dioses al servicio de Satanás están ganando la batalla y apagando la llama del
espíritu que nos da vida.
La medicina es el gran
imperio de Satanás a través del cual, capta más adeptos que de ninguna otra
forma. Pero lo más interesante de esta maquinación diabólica, es que destruye
de raíz los fundamentos cristianos dejados por Jesús.
Para los cristianos, para los
que conocemos personalmente a Jesús, lo
más básico y elemental de todo esto, debería ser nuestra creencia en que Él
puede hacer todo, hasta lo imposible para nuestra razón. Alterando cualquier
ley física o natural que nosotros conozcamos a través del las ciencias humanas,
todas ellas limitadas a la comprensión adquirida cuando la serpiente nos tentó
y comimos del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.
UNA GUERRA DE PALABRAS
Cuando escuchamos a un
médico, comienza una guerra de palabras, o sea que es una guerra espiritual,
Las palabras lanzadas por un médico son espirituales, un diagnostico terminal
es espiritual, hablar de enfermedades es espiritual, es espíritu de muerte
porque son palabras de muerte, Salen de la boca del médico con la intención de
ser recibida como una verdad irrefutable, pero son los dardos de un roñoso
enemigo oculto tras la profesional apariencia de un médico. Somos nosotros
quienes le damos el poder y la autoridad para enfermarnos.
El Apóstol Pablo decía:
“iOh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la
verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente
entre vosotros como crucificado? Gálatas 3: 1”
A QUIEN SIRVEN LOS MÉDICOS
Desde que un médico comienza
su carrera hasta que egresa, es convencido por el sistema de que la única forma
de curar una enfermedad es a través de la ciencia. La farmacopea, y los
ahora impresionantes y sofisticados
aparatos de diagnostico, que les permite evaluar la vida con una altivez brutal
y diabólica, es decir falsa y mentirosa. Cuando nos dicen que con tal o cual
tratamiento andaremos bien, nos llenamos de una alegría y esperanza ciega en
esas palabras, que desaparecen cuando con rostro serio nos dicen que lo nuestro
es terminal,,, Esas palabras se sellan con fuego en el corazón, edificando una
fortaleza muy difícil de vencer. Y es allí cuando no hay más nada que hacer,
cuando solo se espera la muerte como única salida, es que nos dicen “todo esta
en manos de Dios” El médico a usted le
dice: “rece u ore todo lo quiera pero no deje estos medicamentos o este
tratamiento porque si no los toma se muere”, y por allí escuchamos que un
hermano dice “me hicieron el tratamiento de quimio y el señor obró” mientras el
médico ríe con la soberbia propia de saber que fueron sus fármacos los que
actuaron.
Por ello debemos recordar las
palabras del hermano Pablo hablándole a nuestros hermanos de Corinto: “Porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando
vuestra obediencia sea perfecta.
2Corintios 10:4-6”
Jesús nos dice que solo
debemos recordar sus palabras “El
espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo
os he hablado son espíritu y son vida. Juan 6:63”
Por último, veamos a quien
sirven nuestros médicos. Ellos al graduarse realizan un juramento llamado
hipocrático, en honor de Hipocrates de Cos, médico griego que vivió 460 años
a.C. este milenario Juramento es la primera ley a la que se debe sujetar el
graduado de una facultad de medicina. Es considerado una tradición y parte del
ritual de graduación, y dice en su comienzo: "Juro por Apolo el Médico y
Esculapio y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos
de jueces, que este mi juramento será cumplido hasta donde tenga yo poder y
discernimiento”
Después de esto, muy difícilmente
podremos considerar cristiano el ejercicio de la medicina, y aunque nos digan
que la ciencia médica no puede equivocarse, nuestra fe es mas avanzada que
cualquier burda máquina, por más sofisticada que parezca.
Recuerde ante cualquier duda
consulte a su medico DIOS
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